miércoles, 21 de marzo de 2012

EL DOLOR DE TU AUSENCIA - EDMUNDO PAZ SOLDÁN


EL DOLOR DE TU AUSENCIA

AUTOR: José Edmundo Paz Soldán

Ramiro llegó como tantas veces al motel como todos los viernes. Ramiro estacionó su auto en el garage de la habitación nueve. Abrió la sólida puerta de la habitación y el olor que le reflejo ésta le recordaba el destino de los amores contrariados, un olor que se asemejaba a vainilla. Andrea con la ropa todavía puesta recostada en forma diagonal en la cama expreso de que era la primera tarde de que pisaba un motel. Ramiro se sentó al pie de la cama tratando de evitar la posición paralela hacia Andrea, se desamarró la chamarra y se aflojo el cuello de la camisa y pidió una botella de vino tinto con dos vasos, jugó con las luces de la habitación, las dejó en un tono rojizo, escucho una canción de Manolo Otero que salía de los parlantes que estaban a un costado de la cama. Cuándo llego el vino Undurraga sirvió e hizo un brindis, Ramiro contemplando a Andrea le dijo: como cuándo te conocí, permanecer por mas de dos horas en ese matrimonio al lado tuyo,, se te veía tan formal y tan seria al lado de tu esposo, al momento de despedirnos es que me di cuenta de que necesitabas que alguien te salvara o al menos eso era lo que entendí, en un tono como evitando esos recuerdos hizo una pregunta, Y esa televisión?... dijo Andrea, con una voz cálida y cantarina. A lo que Ramiro dijo es para ver videos porno, y ella con una risa de genuino candor, ella a pensar de estar casada seis años era muy inocente, nunca había visto una película de ese tipo, su reacción fue de sorpresa al ver el miembro de un varón, Ramiro dijo eso lo que ves es pura ficción, ella replicó, pues eso a mi me parece muy real y le vino un ataque de risa, deduciendo así que ella estaba mas nerviosa que él, se tranquilizó y la empezó a desnudar. Ramiro terminó el vaso de vino y recordó que una vez habían visto un partido de fútbol en el motel, abrazados bajo las sabanas, ella susurró "tú me tienes", Ramiro sabía que era verdad, y fue esa misma noche en que ella le dijo de que estaba dispuesta a dejar a su marido por él, ya eran seis meses de este ritual establecido todos los viernes de seis a nueve en el Paraíso, mientras que el marido de Andrea jugaba cacho con sus amigos. Era el miedo que lo embargaba a Ramiro, seis meses y tanto amor, no era fácil renunciar a la independencia, "tú me tienes Ramiro una palabra tuya será suficiente", a lo que Ramiro replicó: hay que tomar las cosas con calma Andrea, con una decisión así no se juega... Él sabía de que esta oportunidad no se repetiría ante tanta vacilación. En los espejos se podía reconocer tu ausencia, Andrea, me duele tu ausencia, no hablaban por teléfono por miedo a oídos indiscretos, el e-mail era la única prenda de amor, y ambos ansiaban que los lunes se conviertan en viernes, rápidamente. Cuantos meses hasta aquel viernes en el que ella tomo una decisión muy dura diciéndole de que  era la última vez que se verían, se había reconciliado con su esposo y no quería volver a engañarlo más, quería dejar el turbio juego de la infidelidad. Después el trato de comunicarse con ella pero todo fue en vano ella no hablaba por hablar, cambio su número telefónico y hasta su dirección electrónica. La única vez que la ví después de la ruptura estaba del brazo de su esposo con una actitud ingenua, ahora ya no se animaba por el rechazo. Era mejor vivir con el conocimiento de la pérdida, con el dolor de la ausencia, que con la experiencia de ver que esos expresivos ojos grises ya no expresaban nada al verlos. En la inmensa oscuridad él se atrevió a hablarle le dijo que la ama y que siempre la amaría recordando todo lo que pasaron en esos largos viernes de encuentro pasional. Después de pagar la cuenta en el motel Ramiro comenzó a contar los minutos que faltaban para el próximo viernes.     

1 comentario:

  1. Carlos recuerda que nos comprometimos es sintetizar el texto y revisar la ortografía estoy a la espera, gracias.

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